En junio de este año, el Ministerio de Hacienda junto con la Comisión de Mercados Financieros (CMF) ingresó al Senado nuevas indicaciones para fortalecer el proyecto de Ley Fintech.
Recordemos que la ley tiene como objetivo regular todas aquellas empresas que hoy prestan servicios financieros a través del desarrollo de tecnología e innovación, además de saldar la ausencia de un marco regulatorio en la industria nacional que mejore las condiciones y vele por el buen funcionamiento de los mismos.
El proyecto avanza con rapidez en el congreso, y es que para nadie es un secreto que las Fintech no paran de moverse y actualizar constantemente sus tecnologías y modelos de negocio. Se reconoce, de este modo, el impacto que tienen estas empresas en el país del sur. De allí la importancia y prisa de una norma que regule una industria que crece a un ritmo anual del 38%, según la versión más reciente del Fintech Radar de Chile, realizado por Finnovista en colaboración con el BID, el Ministerio de Hacienda y FinteChile.
Si bien tuvo sus inicios durante la administración anterior, actualmente se encuentra en segundo trámite legislativo con el fin de fortalecer la norma. En consecuencia, se presentaron quince indicaciones provenientes de una mesa técnica con asesores de todos los miembros de la Comisión. La iniciativa busca aumentar la competencia en el mercado financiero, fortalecer el ecosistema y entregar mejores condiciones tanto para los actores del mercado como para los usuarios.
A continuación, veremos a detalle el efecto que tendría este proyecto de ley en cada uno de los actores involucrados: los consumidores, las fintech y las instituciones bancarias tradicionales.
Impacto a los consumidores
La realidad es que la seguridad de la información de los consumidores no se había priorizado, y todo sabemos lo delicado y complejo que puede ser dejar nuestra información personal en manos de terceros, sobre todo, cuando el ente no ha sido regulado. La digitalización y el auge de las fintech vino a acelerar aún más el uso de los datos, y si a eso le sumamos la inocente confianza que le damos a todas las soluciones digitales, se hace urgente y necesario un marco normativo. Es por eso que esta ley tiene como objetivo principal el resguardo y la protección del consumidor a través de una regulación sólida de protección de datos personales.
En tal sentido, una de las normativas planteadas es mejorar el sistema de registro y autorización de las fintech, para su consecución, la Unidad de Análisis Financieros (UAF) reforzará la seguridad implementando medidas que impidan que personas con antecedentes puedan registrarse como operadores. Sirviendo así como mecanismo de control y apostando por un modelo que apunte a minimizar los riesgos para los clientes -y su dinero-. De tal modo, todos las personas sentirán más confianza, tranquilidad y libertad de utilizar las fintech como cualquier otra institución tradicional.
¡El consumidor es la prioridad! Y es que otro propósito del proyecto de ley es garantizar que la población tenga fácil acceso a servicios que favorezcan la consecución de una mejor calidad de vida y entreguen mayor valor a los consumidores, ¡cuán necesario! Muchas personas están en busca de mejores oportunidades para financiar sus necesidades, alternativas que no encuentran en las instituciones financieras tradicionales. Esta propuesta da luz verde a la ampliación de la oferta de productos que mejoren su salud financiera y la consecución de sus objetivos, como lo son los seguros, herramientas de inversión, productos de ahorro automático y administración de finanzas personales, entre otros.
El escenario para las Fintech
Primero entremos en contexto, la Hacienda considera fintech a todos aquellos nuevos modelos de negocio que están surgiendo en el mercado y que tienen el potencial, a través de la tecnología, de ofrecer soluciones a personas y empresas para acceder a créditos, alternativas de ahorro, inversiones, seguros, sistemas alternativos de transacción, etc.
Cediéndoles, entonces, a las fintech la incorporación de ciertos modelos de negocio y productos que eran antes propiedad exclusiva de las instituciones financieras reguladas (bancos, administradoras de fondos, emisoras de créditos…). Para lograrlo, no solo buscan agilizar el desarrollo de estos nuevos servicios financieros, sino que, ademas, pretenden facilitar sus procesos de financiamiento. En otras palabras, es un adiós a las barreras de entradas existentes ¡disrupción total! Ahora las fintech tendrán la responsabilidad de complementar, mejorar y aumentar la oferta actual de productos y servicios financieros.
Sí, por fin les llegó su momento, considerando que “el desafío de la mayoría (59%) es el de escalar sus operaciones…” según datos arrojados en la cuarta edición de Fintech Radar de Chile. Este proyecto vendría a disminuir ese obstáculo al proporcionar un escenario favorable para la prestación de nuevos servicios a una cantidad cada vez más elevada de personas, llegando incluso a los sectores más desatendidos de la población, aquellos que han sido dejados de lado por las instituciones financieras.
Pero a mayor libertad, mayores exigencias. No solo tendrán que rendir declaraciones a la UAF, como se comentó anteriormente, sino que, además, deberán entregar información al Servicio de Impuesto Internos (SII) con el fin de pagar los montos correspondientes a sus operaciones. Quedando así en evidencia que estarán sometidas a un mayor control y supervisión por parte del gobierno, cuyo único objetivo es definir los límites y sentar las bases para un ambiente próspero que beneficie a todos los actores.
Ahora, ¿qué significa esta ley para las instituciones financieras tradicionales?
Tratándose de un proyecto que busca incrementar la competitividad, la banca tradicional se verá amenazada por la creciente industria de neobancos, que se han ido consolidando como una alternativa a los bancos tradicionales. Y es que, esta nueva generación de proveedores de servicios financieros digitales ha sabido captar la atención de los clientes, especialmente de los jóvenes, al brindar constantemente productos y servicios innovadores adaptados a sus necesidades. Un ejemplo es RappiCard, la tarjeta de crédito que ofrece RappiBank con el respaldo de VISA, disponible solo en algunos países de Latinoamérica, la cual solicitas en cuestión de segundos, sin costo de anualidad ni comisiones por uso.
Sin embargo, ¡hay muy buenas noticias para la banca tradicional! Y es que, con esta ley tendrán la oportunidad de modernizarse y mejorar la experiencia de sus usuarios a través de la tecnología y la data -recordemos que son los que generan mayor información en la industria bancaria-. ¿Entonces qué deben hacer para usarla a su favor y destacarse? Empezar ya mismo a colaborar con fintech para adaptarse a los cambios del nuevo entorno digital, haciendo énfasis en la personalización de sus sus servicios y productos para impulsar la retención, fidelidad y engagement.
Open Finance: colaboración entre instituciones financieras y fintech
El proyecto de ley incluye un Sistema de Finanzas Abiertas, más conocido como Open Finance, el cual facilita el desarrollo de nuevos modelos de negocio e impulsa la colaboración entre bancos y fintech.
Bajo este marco de finanzas abiertas propuesto, las instituciones financieras estarán obligadas a la integración estandarizada de APIs, para así facilitar a sus clientes, previo propio consentimiento, el poder conectarse con terceros y compartir su información de manera segura, haciendo posible la concentración de toda esa data en un solo sistema, aún cuando los productos sean de diferentes instituciones bancarias.
De manera que, los datos transaccionales dejan de ser propiedad exclusiva de la banca tradicional, y ahora es el cliente el que decide cómo, dónde y con quién usarlos. Favoreciendo así la competitividad por crear y ofrecer servicios más personalizados y a menor costo, colocando en primer lugar al que siempre tuvo que estar en esa posición: el cliente.
Este marco regulatorio de finanzas abiertas abre las posibilidades para que las instituciones financieras y las fintech trabajen juntas para ofrecer una mejor experiencia bancaria, aprovechando la data transaccional y estilo de vida de cada cliente para entregar un producto que los ayude a mejorar sus hábitos financieros de forma ágil, fácil y simple. Un ejemplo claro de esto es getxerpa, ya que ayudamos a bancos e instituciones financieras a mejorar su propuesta digital y fortalecer su relación con los clientes a través de herramientas que fomentan la salud financiera y la personalización en base a la data. ¿Cómo lo hacemos? Mejoramos la experiencia de los clientes al integrar bloques modulares de finanzas personales en los canales digitales de la institución financiera. Limpiamos, categorizamos y enriquecemos todas las transacciones que realizan diariamente los usuarios en su banco principal o secundarios al usar open finance. Esto le permite al banco conocer mejor a su cliente, cuánto gasta, cuánto genera, y cuáles son sus necesidades y así ofrecerle la experiencia que ayudará a cada persona alcanzar sus objetivos. Increíble, ¿no? Campañas precisas, segmentación adecuada, experiencias personalizadas y clientes felices.
Teniendo en cuenta lo rápido que va la industria y la exigencia cada vez mayor por parte de los usuarios, la banca que no se modernice, perderá clientes y quedará en el olvido. Para poder convertirse en la institución principal de sus consumidores y seguirle el ritmo a la tecnología e innovación, la única opción factible es colaborar con empresas de tecnología y, para su buena suerte, ¡esta ley impulsa esa relación!
Se trata de un proyecto necesario tanto para las instituciones financieras como para los consumidores. Al establecer un marco de regularización, la banca tradicional puede adaptarse a los nuevos estándares de la industria digital y destacar sobre la competencia por sus múltiples ventajas y propuestas de valor.
De ser aprobada la normativa, se marcaría un precedente positivo en la industria nacional al aumentar de manera sana la competencia, la innovación e inclusión financiera, representando así el primer paso para una transformación real e inminente en un sector que no ha tenido cambios significativos en los últimos años.