Hace unas semanas, llegó a mis manos (o a mi smartphone, mejor dicho) un TED Talk de Tim Urban (basado en una publicación del mismo) sobre la procrastinación. Aparte de sentirme relacionado con el tema, me hizo reflexionar y asociarlo con el ahorro e inversión, principalmente vinculado a nuestras metas y salud financiera. Pero antes de profundizar en el contenido, les daré un poco más de contexto de la charla y el artículo de Urban.
Tim Urban es fundador y escritor del reconocido sitio web Wait But Why, donde ha publicado diversos contenidos que se hicieron extremadamente populares, como el post de “Elon Musk y Neuralink” y “Fermi Paradox”. En este artículo, y posterior charla, Urban aborda el tema de la procrastinación de una manera única y didáctica.
Procrastinar puede llegar a ser una de las peores cosas para una persona que se “siente” productiva y/o quiere llegar a serlo. Cada vez que procrastinamos, estamos aplazando una responsabilidad o algo que teníamos planeado hacer en ese momento. Esto nos pasa constantemente en cuestiones de trabajo, como por ejemplo cuando escribimos una columna de opinión y sentimos repentinamente la urgente necesidad de distraernos y surfear en internet en busca de una silla de escritorio que mejore nuestra postura y aumente nuestra productividad (cosa que acaba de ocurrir). Pero no solo sucede en el ámbito laboral, nos pasa también con temas cotidianos, desde arreglar algún desperfecto en nuestra casa, comenzar una dieta o ahorrar para futuras metas y objetivos.
En este último punto me quiero enfocar: en nuestras metas financieras y cómo nos cuesta ahorrar para cumplir nuestros objetivos. Dan Ariely, uno de los padres de la economía del comportamiento (ciencia ganadora de dos premios nobel) explica que somos seres irracionales a la hora de tomar decisiones que son beneficiosas para nuestro futuro, preferimos la satisfacción inmediata por sobre nuestro bienestar a largo plazo. El comportamiento o hábito de ahorrar funciona de la misma manera, es algo abstracto para nosotros, que nos dará frutos en el futuro, pero que hoy no logramos tangibilizar y, por lo tanto, lo postergamos irracionalmente. Por lo general, no nos da placer cada vez que ahorramos para nuestro futuro, no he escuchado a nadie decir “qué rico, este mes me pagaron mi sueldo y ahorré $x para mi fondo de pensión”. En contraste, comprarnos unas zapatillas nuevas que no necesitamos, o hacer la fila fuera de una tienda de Apple para comprar el iphone 14 sí nos genera placer inmediato.
COVID-19 puso en evidencia que la absoluta mayoría de la población no estaba preparada (y seguramente no lo sigue estando) para un evento de estas características, que para muchos se plasmó en una reducción de ingresos mientras los precios de los bienes iban en alza. En el mismo intervalo de tiempo, ¡Apple siguió teniendo records en ventas! En Estados Unidos, a fines del año 2021, había más de 211 millones de iPhones activos (más de un 63% de la población de ese país).
Claramente, el acto de procrastinar se da más en tareas o iniciativas que no nos generan placer inmediato. De acuerdo a lo que Tim Urban nos ilustra en su publicación, procrastinar no es algo voluntario. Es como si en nuestro cerebro existiera un “ser racional y tomador de decisiones” que nos está constantemente recordando: “tenemos que ahorrar e invertir para nuestro retiro”, “tenemos que ahorrar e invertir para una propiedad”, “tenemos …”, etc. Por lo tanto, lo escuchamos y dejamos que planifique los pasos a seguir para lograr nuestros objetivos financieros: “voy a ahorrar un porcentaje de mi sueldo todos los meses”, “voy a gastar menos en restaurantes y cocinaré más en la casa”. Hasta ahora, todo perfecto, ¿no? Pero cuando creemos que el plan está listo y es momento de ejecutarlo aparece el “mono de la satisfacción inmediata”, otro personaje de nuestro cerebro cuyo único fin es cambiar y eliminar todo lo que nuestro “ser racional y tomador de decisiones” había planeado. Por lo que el “ahorrar parte de mi sueldo” se convierte en viajes fuera de la ciudad durante algunos fines de semana, salidas con amigos y otros gastos que se podían haber evitado, pero que el “mono de satisfacción inmediata” no lo permitió.
Imagen del artículo “Why Procrastinators Procrastinate” de Tim Urban.
Según Urban, en nuestro cerebro, estos dos personajes están en constante lucha, lo cual ocasiona aplazar el inicio de las tareas necesarias para lograr nuestros objetivos. En el caso de una entrega, el impacto negativo es que tenemos que repartir la carga de trabajo que esperábamos dedicar a esa tarea en menos días de lo planeado inicialmente, lo cual termina desgastándonos y, muchas veces, afectando la calidad del resultado de nuestro trabajo. Para el caso de nuestros objetivos financieros, generalmente, nos damos cuenta demasiado tarde y, a veces, no podemos destinar mayores recursos para llegar a ellos. Tristemente, la mayoría del tiempo, la única opción viable es cambiarlos.
Para ambas situaciones, Urban introduce un nuevo personaje al relato, el cual entra en acción cada vez que estamos cerca de la fecha límite (deadline) de nuestro objetivo. Se trata del “monstruo del pánico” y su función es asustar al “mono de la satisfacción inmediata” para que el “ser racional y tomador de decisiones” pueda continuar con su plan.
Imagen del artículo “Why Procrastinators Procrastinate” de Tim Urban.
En su publicación, Urban personifica al pánico como un gatillo (trigger) que busca encauzar nuevamente nuestras acciones para así lograr nuestros objetivos. Sin este “monstruo del pánico” es casi imposible vencer la procrastinación. Como habíamos visto anteriormente, es más fácil contar con el estímulo del pánico cuando queda poco tiempo para hacer entrega de un trabajo, pero cuando se trata de cumplir un objetivo financiero, entramos en pánico cuando ya es muy tarde.
Quiero resaltar la importancia de lograr nuestros objetivos financieros, por eso me centro en este tema y rescato la mención del gatillo (trigger) de pánico que nos hace volver a enfocarnos en nuestras metas y objetivos. La falta de educación financiera es un problema a nivel mundial que es transversal al nivel de educación, por lo general, esta se imparte en casa, donde los padres fomentan en sus hijos el sentido de urgencia e importancia del ahorro e inversión. Sin embargo, en nuestras vidas cotidianas nos hacen falta más triggers que nos generen la prisa de enfocarnos en nuestras metas financieras.
“Hoy se que debí empezar a invertir cuando tenía 22” es el título de una publicidad de Fintual (fintech chilena especializada en inversiones) que está pegada con un autoadhesivo en el asiento (al menos donde yo he estado) de los vuelos locales de Aeroméxico. Creo que lo más destacable de este anuncio es el sentido de urgencia que produce (y pánico). “No tengo 22 y no empecé a invertir, ¿qué hago?”. Definitivamente un muy buen trigger para empujar a varias personas a pensar en el ahorro e inversión.
Pero, lamentablemente, un trigger (gatillo) no es suficiente, según Nir Eyal, autor del best seller Hooked. Para poder crear hábitos debemos pasar por tres etapas, posteriores al trigger, action (acción), variable reward (recompensa variable) e Investment (inversión).
Hoy, con la tecnología, podemos impulsar estas 4 etapas y ayudar a millones de personas a crear mejores hábitos financieros. A continuación les comparto un ejemplo de cómo podemos impulsar el ahorro e inversión aplicando la metodología de Eyal:
En la actualidad, y a través de la tecnología, el ejemplo que acabo de entregar existe. En getxerpa ayudamos a bancos e instituciones financieras a implementar esta solución dentro de sus canales digitales en cuestión de semanas, logrando en sus clientes a crear un sentido de urgencia, metas financieras y reglas automáticas que les permite ahorrar recurrentemente sin darse cuenta y, por sobre todo, a cumplir sus objetivos y mejorar su salud financiera en el mediano y largo plazo.
La buena noticia es que la procrastinación se puede vencer por lo que lograr nuestras metas financieras es posible, tal como lo hacemos con otro tipo de actividades. Un ejemplo fue el uso de tecnología que usamos para el ahorro, pero la tecnología es prescindible y podemos vencer la procrastinación con disciplina a la hora de crear, anticipadamente, el sentido de urgencia (o de pánico), generar entornos adecuados para realizar las acciones deseadas con la menor fricción posible (como una silla más cómoda para ser más productivo y terminar esta publicación) y tener un mecanismo de recompensas claro y visible, que nos acompañe en el journey de nuestras metas y objetivos.