Me maravillo al ver esas fotos que la NASA comparte mostrando cómo en China, Italia y otras partes del mundo la contaminación ha bajado; o donde muestran que muchos animales han vuelto a su hábitat por que el humano está encerrado. Dicen que la tierra se está sanando por que la economía se frenó. La pregunta de muchos, es ¿qué sucederá cuando volvamos a la nueva normalidad? ¿Seguiremos comportándonos como si tuviéramos otro planeta tierra?
Sobre nuestras finanzas personales, me pregunto lo mismo. Cuando volvamos a la nueva normalidad, ¿seguiremos gastando de la misma manera y pensando que nuestra salud financiera es problema del futuro?
Mientras tanto, la incertidumbre y el encierro nos ha cambiado. Estamos gastando diferente. Eso no es sorpresa para nadie, menos para nuestro banco, que con nuestros gastos con tarjeta nos conoce casi como lo hace Facebook. Estamos gastando tan distinto que sin el coronavirus , el banco se estaría preguntando, ¿Mijael, eres tú?
Ya no vamos a restaurantes, al supermercado o a la tiendita, sino que pedimos lo que se nos antoja por la app de nuestra preferencia y en una hora tenemos lo que queremos en nuestra puerta. Ya no vamos a los bares, fiestas o conciertos, sino que nos conectamos por Zoom con amigos, vemos un livestream por Instagram de nuestra banda favorita y repetimos los goles del equipo glorioso de nuestro amores (qué lindo que jugaba la selección de Chile de Salas y Zamorano en las eliminatorias para Francia 98).
En lo inmediato estamos gastando en cosas que antes no lo hacíamos, como una silla de oficina y unas pesas para trabajar y entrenar desde casa. ¿Quién pensó antes de la cuarentena que iba a necesitar estas cosas? Mira este análisis de The New York Times sobre el cambio en el comportamiento de consumo de los Norteamericanos. Estamos gastando en cosas que consumimos y disfrutamos en casa, cosas para pasar el rato. Y no es sorpresa, nuestro entorno condiciona nuestras acciones.
Es sorprendente cómo cosas que antes parecían de ser de primera necesidad ya no lo son, en especial esas últimas zapatillas (tenis) que Nike sacó y que me persiguen por redes sociales como un asesino en serie. Al parecer esas zapatillas viejas que tengo en casa siguen siendo útiles.
Estamos gastando distinto, pero lo más interesante es que estamos gastando menos. Y claro, hay menos tentación. Esto se debe a que muchas empresas han congelado su inversión en marketing y la máquina de la tentación se frenó. Muchos de los gastos que hacíamos antes del coronavirus eran impulsivas o incluso innecesarias, haciendo que muchas veces nos arrepintiéramos de haber gastado en ciertas cosas.
El coronavirus trajo incertidumbre y esta nos hizo ser más cautelosos y responsables. Me gusta imaginar que en la nueva normalidad vamos a ser menos irracionales, que vamos a dejar de caer en la trampa del marketing y vamos a darle más valor a nuestra seguridad y nuestro futuro por sobre la última moda o cosas que hacemos porque todos lo hacen.
No creo salgamos de la contingencia siendo como Spock, el personaje híper-racional de Star Trek que calcula todos los costos y beneficios antes de tomar una decisión, pero sí creo que al ver nuestro estado de cuenta y nuestra cuenta de ahorros, en el futuro nos sentiremos más orgullosos de las decisiones que vamos tomando ahora.